"A pesar de tratar lo mejor posible de limpiar el sexo de sus peculiaridades,
nunca será simple o agradable de la manera en que nos gustaría que fuese. El
sexo no es fundamentalmente democrático o amable: está lleno de crueldad,
transgresión y deseo de subyugar y humillar. El sexo rehúye la idea de
plantarse plácidamente sobre el concepto de amor. Nos guste o no, el sexo tiene
una tendencia recurrente a causar estragos en nuestras vidas: nos lleva a
destruir relaciones, amenaza nuestra productividad y nos obliga a estar hasta
las tantas en discotecas hablando con personas que no nos gustan, pero cuyos
diafragmas expuestos nos morimos por tocar. El sexo resta en absurdo y quizá
irreconciliable conflicto con algunos de nuestros más altos compromisos y
valores. No resulta raro que tengamos que reprimir sus demandas la gran mayoría
del tiempo. Deberíamos aceptar el sexo como algo inherentemente contradictorio,
en vez de culparnos a nosotros mismos por no responder de forma más normal a
sus confusos impulsos.
[…]
En última instancia, el sexo es un mecanismo que nos mantiene con los pies
en el suelo y nos recuerda nuestra imperfecta existencia, y es en esa
imperfección donde se esconde la desordenada riqueza del ser humano:
Sin el sexo, seríamos seres peligrosamente invulnerables. Creeríamos que nunca podríamos
ser ridículos, no conoceríamos el rechazo y la humillación de forma tan íntima,
podríamos envejecer de forma respetable, acostumbrarnos a nuestros privilegios
y creer que entendemos lo que está pasando. Podríamos llegar a desaparecer
entre números y palabras sin más. Es el sexo el que crea una serie de estragos
necesarios en las jerarquías ordinarias de poder, de estatus, de riqueza y de
inteligencia."
He traducido lo mejor posible un pequeño fragmento del revelador libro de Alain de Botton How to think more about sex
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