1. Llevarte bien con los niños. Como
mínimo no odiarlos.
2. No pedir dos birras a un paki y
sentarte en un banco. Copas de vino y bares bohemios con luces de navidad.
3. Llevarte bien con tus exnovias.
Tampoco demasiado.
4. Ser capaz de marcar tu territorio
elegantemente frente a una pelea en potencia. Esto se convierte en todo un arte
porque NUNCA has de llegar a pegarte de verdad. No te lo perdonarían.
5. No preocuparte por ser sensible hasta
el extremo de llegar a parecer gay. La ambigüedad siempre ha molado bastante.
6. Tocar la guitarra. Aunque sólo sepas
tocar Wonderwall. Tocar guitarra.
7. Cultivar una buena relación con tu
madre.
8. Disfrutar de la compañía de sus amigas
como si fueses una más. Aprender a criticar sutilmente lo excesivamente
caros que son los zapatos de esa tía.
9. Dominar la ciencia de hacer cumplidos
sin parecer necesitado.
10. Saber encontrar el punto G de los
celos: esto es, el equilibrio que nace entre el pasotismo absoluto y el así
vestida no sales de casa.
11. Pagar tú la cuenta de vez en cuando,
o como mínimo sugerirlo. No es sexismo, puedes llamarlo educación.
12. Haber leído a Milan Kundera.
13. Entender que una mirada tonta a su
escote puede ser hasta bienvenida.
14. Saber reírte de ti mismo honestamente.
15. Que seas el puto Hank Moody.
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